Debido a la insuficiente atención que se presta en general a la formación de formadores o iniciadores en el fútbol, se observa con preocupación que el entrenamiento se basa todavía en la mayoría de los clubes, principalmente, en la enseñanza de los gestos técnicos y en un partidillo final. El gran interés en conseguir una correcta ejecución de los gestos técnicos con ejercicios estereotipados que no reflejan una situación real del juego, distrae a muchos formadores y entrenadores de otros elementos vitales inherentes al juego, como son los problemas de ¿por qué?, ¿cuándo? y ¿dónde exhibir un gesto técnico?.
Cuando se considera que la pérdida de la posesión del balón tiene su causa en más del 50 por 100 de las veces en una errónea toma de decisión y no en una deficiencia técnica, estos problemas exigen más atención en el futuro.

Haber dado prioridad a la técnica y al cumplimiento estricto de las órdenes del entrenador sin involucrar suficientemente al jugador en la solución de los problemas, ha impedido a muchos jóvenes entender el juego en sus aspectos más básicos. Sólo así se explica el hecho de que disponemos hoy de un número insuficiente de jugadores inteligentes capaces de solucionar los múltiples problemas que se presentan constantemente en el juego.

Las razones por las que la mayoría de nuestros técnicos orientan básicamente su entrenamiento a la enseñanza de gestos técnicos son varias.
Ante todo, para un entrenador es mucho más fácil ensayar, demostrar, explicar y evaluar técnicas en situaciones estrictamente controladas y previsibles, que enseñar otros aspectos de igual importancia, como puedan ser la visión de juego, la anticipación, el entendimiento con un compañero, tanto en defensa como en ataque, la toma de decisiones correctas, la capacidad de adaptarse constantemente a la nueva situación de juego, etcétera.

En segundo lugar, en la mayoría de los clubes todavía se divide una sesión de entrenamiento en tres bloques: al tradicional calentamiento sin balón, le sigue generalmente la parte principal, con la práctica de unos ejercicios técnicos y un mini juego, concluyendo casi siempre con un partido final entre dos equipos compuestos por la mitad de los futbolistas participantes en la sesión. En este juego final, a menudo los jugadores no consiguen aplicar lo aprendido anteriormente por haber practicado generalmente la técnica en situaciones aisladas que no se presentan en el juego.

Finalmente, muchos entrenadores todavía están convencidos de que no se puede dejar al niño jugar al fútbol hasta que consiga el dominio de todos los gestos técnicos básicos.
Pero, ¿cómo se puede jugar al fútbol sin dominar suficientemente la conducción del balón, el tiro, el control o la entrada? ¿No se niega así claramente la importancia que tiene el saber ejecutar bien los distintos gestos técnicos?.
Es importante para el éxito de cualquier equipo conocer no sólo como pasar el balón, sino también cuándo, dónde y por qué pasarlo con una u otra técnica. Sería necesario poner en el futuro más énfasis en estos aspectos del juego, sin menospreciar, en ningún momento, la necesaria adquisición de un amplio bagaje técnico para cada jugador, y cuanto mayor sea éste, mejor.
Desgraciadamente, durante mucho tiempo, el enfoque de los entrenamientos ha residido en el “cómo hacerlo”. Por el bien de nuestro fútbol, necesitamos un armonioso matrimonio entre la enseñanza de los aspectos técnicos y tácticos.

Cambiando la forma de planear y realizar el entrenamiento, aumentará en pocos años el número de “jugadores inteligentes”, pero su cantidad sólo alcanzará un porcentaje satisfactorio cuando consigamos el acuerdo de todos para reestructurar también las competiciones oficiales para los jóvenes menores de 14 años. En las actuales, poco formativas, los niños no tienen la posibilidad de descubrir, aprender y aplicar los principios básicos del juego del fútbol, ya que no respetan el estado mental y físico de los jóvenes.

Además, es difícil mantener la motivación, el interés y la agresividad del jugador durante un tiempo prolongado cuando se dedica la mayor parte del entrenamiento a la práctica de situaciones aisladas, a menudo, sin intervención de un contrario y sin el estímulo de la rivalidad entre los oponentes.

Una sesión de entrenamiento que no intenta mejorar la visión de juego, que no exige frecuentemente la toma de decisiones por parte del jugador, ni le involucra de forma mental y física y que no logra enseñar cómo actuar sin balón es poco eficaz, poco motivadora, atractiva y poco formativa. La retirada de muchos jugadores de la escuela de iniciación, especialmente a muy temprana edad, puede explicarse en parte por el uso de métodos inadecuados para acercarles a la práctica del fútbol.
Todos los jugadores deberían enfrentarse en los entrenamientos más a menudo con problemas que el técnico presentase mediante un juego simplificado, elegido entre los muchos que ofrece nuestro programa.

Durante la práctica de un juego, se simulan de forma simplificada las situaciones más importantes de la competición, dando así a los jugadores suficiente tiempo para explorar y entender los principios y los problemas que puede plantear el juego. El futbolista, con o sin ayuda del entrenador, aprende a tomar constantemente decisiones acerca de qué hacer, cuándo y cómo. Una técnica sólo será practicada cuando una situación del juego simplificado lo exija o cuando el jugador no sea capaz de solucionar el problema a causa de una técnica deficiente.

 “Jugar sin pensar es como tirar a portería sin apuntar”

por admin

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