Antiguamente la enseñanza del fútbol ha sido caracterizada por un excesivo directivismo del profesor-entrenador, ofreciendo frecuentemente prácticas descontextualizadas, desconectadas de las situaciones reales de juego y con falta de significación por el jugador que se aburría por la repetición constante del gesto y su escasa transferencia.
Perfeccionando una habilidad motriz específica desvinculada de una situación de juego o de un problema tenía para el jugador poca o ninguna significación y por eso muchas veces se desmotivó.
En vez de utilizar todavía este estilo de enseñanza directiva en la cual el profesor propone el ejercicio, decía como se debe realizarlo, proporcionando al alumno una información directa sobre la solución del problema y el deportista repetía constantemente hace falta plantear una enseñanza en el fútbol base mediante la búsqueda o la resolución de problemas.

Aquí el formador-profesor propone un objetivo a conseguir, modifica las condiciones del entorno y el alumno utiliza los gestos que consideren adecuados para conseguir ese objetivo.

Mediante esta técnica de enseñanza (“el descubrimiento guiado”), lo que el formador pretende conseguir es que sea el propio jugador el que, con la ayuda del profesor, construya sus propios aprendizajes.


Horst Wein en Deportivo Cali

Así, la intervención del formador se limita al diseño y posterior planteamiento de situaciones de enseñanza en las que las condiciones de práctica conduzcan al alumno hacia el descubrimiento de ciertas acciones técnicas o conductas de juego.

Por eso, una moderna y eficaz enseñanza del fútbol en la cual el formador o profesor reemplaza al instructor, considera los jugadores cada vez más como personas activas, constructores de sus propios aprendizajes.

Tanto para el profesor como para el alumno, los roles han sufrido hoy una variación respecto a los anteriores estilos de enseñanza.

La actividad principal la realiza el alumno, es él quien descubre.

Mientras que el formador de fútbol base plantea por medio de juegos simplificados o juegos de temas una serie de problemas para que el alumno las resuelva, siendo guiado mediante múltiples preguntas concretas y claras o bien formuladas por parte del formador.

Como lo he demostrado con muchísimos juegos simplificados en el 1er y 2º volumen de “Fútbol a la medida del niño”, el profesor-formador diseña las preguntas que conducirán sus alumnos a la respuesta correcta.

Debe esperar las respuestas y no dar soluciones o instrucciones, salvo en casos necesarios y sólo para dar sugerencias.
¡En vez de dar soluciones les da problemas!

Cuando obtiene una respuesta correcta del alumno a su estímulo o pregunta, la refuerza. Mientras que no debe invalidar completamente las repuestas posiblemente incorrectas, sino que, mediante el refuerzo, perseguirá con preguntas sucesivas hasta que el jugador encuentra la correcta.

La esencia de esta forma de complementar el aprendizaje motor con el aprendizaje cognitivo es una relación particular entre el profesor y el alumno.

El formador dialoga abiertamente con sus jugadores (especialmente después de haberlos motivado con una anterior práctica del juego simplificado en cuestión) y les invitan frecuentemente a observar, analizar, describir, comparar, pensar y reflexionar -con su ayuda- sobre los problemas que les presenta en sus juegos o situaciones problemáticas.

Les exige y les permite encontrar propiamente la correcta solución al problema presentado, con lo cual contribuye al desarrollo de habilidades reflexivas en sus jugadores. Así, ellos generan propiamente la información (solución) que antiguamente había sido tarea del formador, con el peligro de que esta información se olvidara en pocos días, en vez de entrar en la memoria de los jugadores a largo plazo.

Cuando los formadores complementen, en la práctica del fútbol base (etapa en la que los niños por naturaleza son más participativos y espontáneos) el aprendizaje motor de sus alumnos con el aprendizaje cognitivo, se acercarán a un objetivo que hace falta recuperar en la enseñanza del fútbol infantil:

“¡EL JUEGO DEBERÍA SER EL MAESTRO, Y NO EL PROFESOR O ENTRENADOR!”

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