Las responsabilidades de un formador de fútbol que está más tiempo con su alumno que un profesor de cualquier asignatura en el colegio, no se basa meramente en el aspecto técnico y motriz, sino también en la transmisión de valores educativos, sociales y formativos a los jóvenes que en un futuro muy cercano serán ciudadanos adultos. De ahí la importancia que tiene el papel del formador en las etapas formativas de sus alumnos en las Escuelas de Fútbol.

El formador debe saber que los jóvenes entre 7 y 12 años de una Escuela de Fútbol pertenecen a la generación más influenciable y moldeable que tenemos en el fútbol y no sólo del punto de vista del aprendizaje técnico, táctico, cognitivo y físico. Entrenar a los jóvenes significa más bien formar y formar es monitorear permanentemente su conducta con el objetivo de que el alumno adquiera con no sólo habilidades, capacidades y conocimientos específicos de fútbol, sino a través de ellos construir hábitos y actitudes correctas que les ayudan en el campo de juego como en la vida.

Consecuentemente un director de una Escuela de Fútbol debería seleccionar cuidadosamente a los formadores de su institución, teniendo en cuenta la calidad de los mismos no sólo desde un punto de vista técnico-deportivo sino también en aspectos humanos, comunicativos y pedagógicos, estando muy consciente de su importante papel en el desarrollo integral de las jóvenes personas. Los formadores son para la mayoría de los jóvenes un espejo en el cual ellos ven su capacidad o incapacidad. Por allí la necesidad de no dejar los jóvenes en manos de cualquier ex futbolista sin una preparación adecuada, sino en manos de unos expertos, específicamente preparados por su importante tarea como se exige el estado en cualquier centro escolar donde es imprescindible para poder impartir una asignatura, está en posesión de un título académico.

El formador debería saber que los niños le aceptan generalmente por su nivel de conocimientos, por su capacidad de motivar y organizar y por su personalidad, estabilidad emocional, coherencia temperamental, puntualidad y entusiasmo.

Los niños esperan de él que:
-no hable mucho,
-ofrezca una gran variedad de actividades, tanto lúdicas como formativas,
-no favorezca a ningún jugador en particular y
-sepa motivarlos con frecuentes elogios, criticando sólo en casos excepcionales

Para ser respetado por sus jóvenes alumnos en la Escuela de Fútbol, el formador debería, según sus alumnos, reunir los siguientes 20 aspectos:

1. Experiencia previa como jugador y éxito.
2. Experiencia previa como formador y éxito.
3. Buena apariencia: vestido, forma física.
4. Adecuados hábitos de vida.
5. Buenos hábitos de trabajo: ajuste a los horarios, eficiencia.
6. Bien organizado: entrenamientos, reuniones, viajes, etc.
7. Buen comunicador: explica con claridad, sabe escuchar.
8. Disponibilidad: tiene siempre tiempo para el jugador.
9. Conocimiento: demuestra conocimiento del juego, tanto de los aspectos técnicos como de los tácticos.
10. Habilidad para enseñar: manifiesta capacidad para corregir errores técnicos y tácticos.
11. Alta motivación: intensidad, compromiso, implicación.
12. Positivo: ánimo, entusiasmo, optimismo, elogios y refuerzos positivos.
13. Buen entrenador en el banquillo: realiza reajustes, analiza y reacciona, hace cambios y variaciones, según la marcha del partido.
14. Buen sentido del humor: ambiente distendido.
15. Buena capacidad de liderazgo: en el vestuario y durante el partido.
16. Buen nivel de autocontrol: control emocional, contagia calma y serenidad.
17. Deseo de mejorar: busca nuevos conocimientos, aprende, investiga, se evalúa a si mismo.
18. Honesto y justo con los jugadores: no muestra favoritismos, es “duro pero justo”.
19. Abierto a sugerencias: flexible, escucha las sugerencias de jugadores y ayudantes.
20. Muestra un verdadero interés por los jugadores como individuos: demuestra conocimiento e interés por su vida fuera del terreno de juego.

El formador es el nexo de unión entre el niño y el juego de fútbol. Como profesor novato adapta generalmente un perfil cercano a la camaradería, para luego, con la experiencia irá desplazándose hacia la autoridad, para finalmente, al alcanzar la madurez; volver al acercamiento; asegurando con su estilo de enseñanza un aprendizaje recíproco en el cual tanto él mismo cómo el alumno dan y reciben. En vez de explicar y demostrar se convierte con los años en creador, planificador y observador que sabe transmitir a sus alumnos en las etapas de formación innumerables valores como por ejemplo:

LA SUPERACIÓN DE SÍ MISMO
• La honestidad , la responsabilidad, la laboriosidad, la perseverancia, el amor a sí mismo y la autoestima posibiliten una mayor confianza personal y por lo tanto una buena mejor adaptación social.

ESPÍRITU DE EQUIPO
• La relación con los demás está dominada por la solidaridad, la tolerancia, la comprensión, el optimismo, la amistad, la prudencia, la generosidad, la fraternidad y la ayuda. Con estos valores se buscan objetivos comunes que converjan en alcanzar las metas propuestas.

EL JUEGO LIMPIO
• El respeto al prójimo, la lealtad, la obediencia a las reglas impuestas, el orden y la sinceridad constituyen un elemento esencial en el diario vivir.

DESARROLLO SOCIAL
• La actividad deportiva recreativa será para cualquier alumno de la Escuela de fútbol un vehículo directo de desarrollo social, al permitirle compartir vivencias de conjunto al integrarse a un equipo de fútbol, en el que aprenderá que, con el sacrificio de todos, se podrá lograr las metas propuestas a través del esfuerzo personal y desinteresado de cada uno. Además, esto permitirá que los niños y jóvenes tengan un espacio de participación sana; lo cual, sin lugar a dudas, los alejará de los distintos flagelos sociales (drogadicción, alcoholismo, delincuencia, etc.) que hoy en día los amenazan.

Por tanto el formador debería ver el fútbol no como una plataforma personal para mejorar su posición en la sociedad con las victorias que alcanza con los niños sino más bien como una actividad eminentemente formativa-educativa. Así el objetivo principal de cualquier Escuela de Fútbol debería ser, antes de “fabricar” buenos futbolistas, formar y conseguir mejores personas.

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